me pregunto en qué momento quedé atrapada en esta gigantesca telarañas, ahora que es invierno he imaginado - o he deseado - que el insecto viniera y terminara conmigo.
En los amaneceres, la cosa aveces cambia, poco a poco las gotas de rocío como millones de cristalitos de colores parpadean alrededor mío y logro así disfrutar cada salida de sol.
cada día transcurre de la misma manera, la reiteración de los pocos movimientos que puedo aún con mi cuerpo entre los múltiples hilos, extraños, pegajosos, resistente
si no fuese que anoche soñé con mi padre, creería que no soy más que otro insecto intentando, con esfuerzo salir del entramado.
veo lunas y soles como si el tejido gigante cubriera un mundo, veo planetas y luciérnagas pero ningún rastro humano.
pensando en mi vida anterior a caer en este estado, de repente siento alivio por que desde ahí ese sistema no me alcanza, no adeudo nada a nadie, no preciso ya atención médica ni medicación- casi he olvidado mis dolencias físicas -
entonces aparece en mí algo semejante al agradecimiento hacia el arácnido.
Onírica II
repito: no sé hace cuánto tiempo ya de este tejido- telarañas , no sé cuándo las adicciones en mis seres más amados, hilos pegajosos, amaneceres hilvanando conversaciones y confesiones interminables de hijo de resaca, hasta agotar palabras, abrazos y sólo quedar observando, los días y las noches
los días y las noches
los días y las noches
las noches
las noches
las noches
relatos idénticos, sistemáticas y reiteradas secuencias, exterminio de las ganas
justo ahí el comienzo - creo - de la tejeduría ancestral comenzando a rodearme , relatos de hijo amanecido- trasnochado
relatos vencidos vencedores
y uno quedar inmóvil
sin darse cuenta en qué momento
invadieron las extremidades, el corazón casi
hasta enmudecer
hasta enmudecer
hasta enmudecer.
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